Ya tenemos aquí a nuestro querido Cervantes. El retrato austero de un Cervantes que nos observa desde su humanidad castigada, nos habla de un genio de dudosa fortuna vital (como muchos).
La acuarela, ejecutada con una paleta contenida, como es habitual en la autora Lola Montero, nos ha servido de apoyo para la elección del color base de la portada.
Los interiores del libreto están impresos, como norma de producción de la temporada, en una sola tinta. En esta ocasión, este verde, que nos presta Don Miguel, nos sirve inmejorablemente tanto para la cubierta como para los interiores.